El perdón vs. el permiso
“Más vale pedir perdón que pedir permiso”, suelen aconsejar los rebeldes desde su tabique del siemprehagoloquequierismo. Y aunque he comprobado que esa actitud tiene sus ventajas, a veces creo que tal rebeldía es solo un escondite para el miedo (al rechazo, a estar equivocado, a fracasar).
¿Cómo saber si estamos siendo decididos de verdad o solo miedosos disfrazados?
Muy fácil:
Primero, piensa bien en lo que quieres hacer. Pregúntate por qué quieres hacerlo y qué necesitarías para llevarlo a cabo. No solo en cuestión de acciones, también en cuestión de materiales, personas, dinero, tiempo y demás variables. Pregúntate si realmente el esfuerzo vale la pena, y qué tanto. Considera todos y cada uno de los pasos que hay entre que pensaste en hacer algo y que hagas ese algo. Cuenta bien, paso por paso y después vuelve a contar. Enlista número de involucrados en tu proceso y analiza cómo te llevas con cada uno. Llénate de dudas y trata de responderlas una por una. Considera proceder sin permiso y qué pasaría en ese caso; considera pedir permiso y qué harías si no te lo otorgan. Escribe esas dos o diez maneras de pedir permiso, o cómo pedirías perdón en caso de elegir esa ruta (y no olvides preguntarte qué pasaría si no te perdonan). Analiza todos los escenarios posibles, así como qué tanto se arruinaría tu vida si lo que quieres hacer te sale mal (con o sin permiso). Piensa en si serás el hazmerreír, el héroe o ambos. Maldice estar en esa situación y no ser tan rebelde como quien, con dos huevos en la mano, pide perdón en lugar de pedir permiso (o ni eso). Pero no desesperes, esto se trata de evitar tomar la decisión equivocada. Está bien que sobreanalices; entre más lo hagas, mejor. Recuerda que no importa si pides perdón o permiso, siempre y cuando sea bien pensado. Piensa en todo sin importar que empiece a dolerte la cabeza o si ya se te fue un día entero analizando las mil-y-una razones detrás de tu situación.
Entonces, justo cuando ya no te quede más tiempo que perder y tengas que tomar una decisión, la parálisis por análisis habrá decidido por ti.
Y qué bueno, porque — pensándolo bien — de seguro muchos criminales empezaron su carrera pidiendo perdón antes que permiso. Te salvaste.